Taller de huerta orgánica en Salto
A principios de junio comenzó a desarrollarse en la Aldea de Salto un proyecto de huerta orgánica, a través del que se trabajan distintos aspectos de la educación y de las relaciones interpersonales, como el respeto, la responsabilidad y el cuidado del medioambiente.
En este momento, la huerta cuenta con un cantero terminado y plantado, alrededor de treinta almácigos y dos canteros más en proceso. Dentro de los objetivos a corto plazo, el proyecto prevé la inclusión de las referentes de cuidado y los/as demás integrantes del equipo de Acogimiento en una red de uso consciente de los recursos y la basura.
Juan Ruibal, responsable del taller, explica de qué manera la huerta permite educar en valores: “En el trabajo en huerta orgánica se ponen a prueba muchos aspectos personales y emocionales. Tanto en la tierra como en las personas existen procesos naturales a los cuales hay que respetar y acompañar con amor y mucho juicio. En este tipo de experiencia se experimentan la paciencia y también la frustración, ya que uno no puede apurar los procesos de producción. Algunas plantas no prosperan, puede surgir una plaga y complicar toda una plantación, por lo que el orden y la entrega son fundamentales para sostener una huerta”.
Si bien es importante que los/as niños, niñas y adolescentes participantes puedan ver los resultados de su trabajo en la huerta, el foco del taller está puesto en el proceso, en el que aprenden a respetar y respetarse, a trabajar en equipo, a ser pacientes, a cuidar, a descubrir, a disfrutar.
“El respeto es fundamental en este trabajo. Comparamos todos los malos sentimientos y las malas reacciones con yuyos. Quien está nervioso o triste o enojado saca yuyos del cantero, y con cada yuyo que quita de la tierra se saca un miedo o sentimiento triste que ya no quiere más”, explica Juan.
