“Me emociona que los niños puedan crecer en una familia”
Entrevista a la directora del Programa Florida, Laura Germino
Siempre le gustó entender qué le pasaba a las personas, qué había detrás de lo que muchas veces demostraban. Eso la llevó a estudiar psicología y a trabajar siempre con las infancias y adolescencias, para ayudarlas a “poner en palabras su mundo interno”.
¿Cómo fue tu infancia?
Nací en la zona rural de Canelones. Cuando tenía ocho o nueve años me mudé para un pueblo del departamento de Florida, Fray Marcos, que queda a 50 kilómetros de la ciudad de Florida. Crecí ahí y me hice amigos que todavía tengo. Tengo recuerdos muy lindos de mi infancia y de mi adolescencia.
¿Cómo fue el momento en el que dejaste la casa de tus padres?
Cuando empecé la facultad y me vine a Montevideo, vivía lejos del centro. Mi primo, que vivía conmigo y estudiaba arquitectura, me hacía un croquis de todo el viaje que yo tenía que hacer en el ómnibus, todo un plano hecho a mano. Cada vez que tenía que ir a la Facultad, o a otro lado, yo me llevaba los papelitos. Fue como aprendí a moverme en Montevideo. Y todos los fines de semana me volvía a Fray Marcos.
¿Cuándo te empezó a gustar la psicología?
Fue en la adolescencia cuando empecé a sentir esta curiosidad por la psicología, por entender lo que le pasaba a la gente. En situaciones que sucedían con compañeros me sensibilizaba la historia atrás de lo que el chiquilín demostraba.
¿Cómo conociste Aldeas Infantiles?
En la carnicería de mi papá compraban todos los días el diario El Heraldo. Un día empiezo a leer y veo que hay un anuncio de un llamado para asesor en Aldeas Infantiles. Hacía muchos años que estaba trabajando en CAIF, y dije: “Voy a probar”. Y quedé.
Siempre trabajaste vinculada a la infancia. ¿A qué lo atribuís?
No sé, porque también hice clínica y siempre preferí trabajar con niños. Me encanta trabajar con ellos y ver cómo a través de diferentes dinámicas de juego vos podés ayudar a ese niño a poner en palabras su mundo interno.
¿Qué sentís que cambió desde que entraste a trabajar a Aldeas hasta ahora?
A nivel organizacional mucho. Se empezó a trabajar mucho más en la búsqueda de las familias de los chiquilines. Hay historias muy fuertes. Pasan los años y me siguen emocionando.
¿Qué otras cosas te emocionan de tu trabajo?
Cuando sale una adopción es un momento lindo, porque vos sabés que ese chiquilín está teniendo la posibilidad de vivir en un entorno familiar. Me emociona que los niños puedan crecer en una familia, ya sea adoptiva, porque pudieron volver a la suya, o con algún referente que los eligió.
El año pasado acompañamos 11 adopciones de chiquilines que estaban en Cuidado Residencial. Y algunos nos decían: “¿Dónde hay que anotarse para que una familia te elija?”. A a vos te corre una cosa… pero tenés la responsabilidad de sentarte con él y explicarle, cuando en realidad él se siente que no es elegido.
Cuando un niño siente que es elegido por alguien es de lo más emocionante.
Me acuerdo que una vez trabajando con un adolescente estábamos haciendo su árbol genealógico. Él estaba en Cuidado Residencial, con dos hermanos más. Cuando lo terminamos de hacer, me dice: “¡Cuánta gente!”. Su pensamiento era: “Cuánta gente y nosotros acá”. Es doloroso, es duro.
¿Cómo considerás que mira el mundo adulto a los niños, niñas y adolescentes?
Creo que tenemos que trabajar mucho más en lo que es la sensibilización acerca de los chiquilines que sufren la pérdida del cuidado, porque se los tiende a estigmatizar.
¿Cuáles consideras que son los principales desafíos que afrontan las infancias y adolescencias?
Las situaciones están muy transversalizadas por la violencia, de todo tipo, y los niños han sido víctimas de eso. Nosotros vemos cómo las familias tienden a repetir historias.
Muchas veces estamos hablando de situaciones que con otro tipo de intervenciones se podría haber cortado ese círculo. Me parece que falta trabajar más en ese sentido. Y también con los jóvenes, en especial con los que están en situación de discapacidad. No hay lugares apropiados para atender esas necesidades y no están bien aceitados los mecanismos.
¿Cómo te imaginás a Aldeas Infantiles a futuro?
Me gustaría trabajar mucho más fuerte en prevención. Si bien sabemos que todo lo que es el cuidado alternativo lamentablemente siempre va a estar, sería interesante involucrarnos en proyectos que tengan que ver más con la prevención. Se podrían evitar un montón de situaciones. Más allá del trabajo de Aldeas Infantiles, faltan más equipos a nivel nacional. En los últimos años la política pública desmanteló un montón de equipos que trabajaban en territorio. Cuando llega una situación a juzgado y se determina la desvinculación, es porque han sucedido un montón de situaciones que se podrían haber prevenido. Entonces mi visión a futuro es esa: más cercanía con las familias y con los chiquilines.