Nuevas modalidades de acogimiento
Casas en comunidad y Atención en Contexto.
Casas en la comunidad
María trabaja desde 2014 como referente de cuidado en una casa en comunidad en la que viven cinco hermanos/as, que tienen entre 7 y 14 años. Como en muchas otras casas, todos/as colaboran con las tareas del hogar, se turnan para ver los dibujitos o el fútbol en la televisión y los fines de semana aprovechan para ir a la plaza a jugar. Durante la semana van a la escuela, hacen los deberes y van al club a hacer piscina. “Estoy en avanzado. Sé nadar todos los estilos: mariposa, pecho, espalda, crol”, dijo Carla. Ese día cumplía trece años. Al día siguiente, tenía un cumpleaños de quince, pero ella ya estaba pensando en la canción que quería usar para su propia fiesta, dentro de dos años.
“Las más grandes salen con los amigos y los varones salen a jugar al fútbol o vienen los amigos a la casa”, comentó María. Para ella, vivir en una casa en comunidad resulta una buena alternativa: “Me gusta porque acá tenemos más movimiento. Si vamos a un teatro, vamos en ómnibus. Somos otros vecinos más”.
La modalidad de casas en comunidad surge en 2012 como una alternativa de acogimiento para niños, niñas y adolescentes que permite una mayor movilidad social e integración comunitaria. Hacia 2013 y 2014 esta iniciativa se profundiza, creciendo de manera exponencial. Actualmente, la organización cuenta con 18 casas en Montevideo, Canelones, Florida y Salto en las que reside el 27 % de los/as niños, niñas, adolescentes y jóvenes que participan de nuestro servicio de Acogimiento.
En algunos casos posibilita que los/as niños, niñas y adolescentes crezcan en su comunidad de origen. De esta forma se intenta evitar el desarraigo, permitiendo que conserven su grupo de amigos/as, puedan seguir yendo a la misma escuela y continúen transitando los mismos espacios.
Para Samuel Diogo, asesor en Desarrollo de Programas de Aldeas Uruguay, esta alternativa de cuidado se realiza “pensando más que nada en la integración de adolescentes que necesitan una mayor circulación social, aunque también hay grupos de hermanos con niños más chicos. Siempre nos preguntamos cuál es la respuesta más idónea que podemos brindar como organización, cuál es el mejor dispositivo que podemos ofrecer para cada caso particular”.
Según Diogo, los resultados se evalúan favorablemente: “Hubo un impacto positivo en la escolaridad y en la conducta, hubo un cambio muy bueno a partir de empezar a convivir en el barrio, en una casa más integrada socialmente”.
Vivir en comunidad posibilita realizar acciones como tomar un ómnibus, moverse dentro de la ciudad, hacer compras o ir a pagar una factura, dinámicas que repercuten en el sano desarrollo hacia la adultez.
“En visitas a casas en comunidad hemos visto que están sentados a la mesa niños que participan de los programas de Aldeas y otros que son vecinos, compañeros de clase que están haciendo los deberes juntos. Tienen más opciones porque la cercanía les permite desarrollar otras actividades. Es más fácil integrarse a un club, jugar al fútbol en el campito con un grupo de amigos del barrio, encontrarse con los compañeros de estudio y que los y las adolescentes tengan sus novios y novias fuera de la aldea. Todo eso es muy sano y beneficioso para su desarrollo”.
La presencia de la organización y el acompañamiento se consideran como un factor importante para evaluar estas nuevas modalidades: “Por un lado, la casa en comunidad implica estar más integrados, pero por otro exige una logística y una forma de gestión distintas para garantizar que esa casa esté acompañada y bien monitoreada. Eso implica que los equipos técnicos y de gestión también tengan que salir, transitar por otros espacios diferentes a las aldeas”.
En este contexto es imprescindible contemplar las particularidades y poder brindar la mejor respuesta para cada niño, niña o adolescente: “No quiere decir con esto que la propuesta de la aldea hay que desterrarla, pero sí implica tener esa apertura para decir que hay muchos niños para los que la propuesta de aldeas no es la mejor. Hay otras líneas que consisten en avanzar en el reintegro familiar y en los procesos de adopción cuando se dan las condiciones o se logra generarlas”, agrega.
Atención en Contexto
Se trata de un dispositivo de acompañamiento a la familia en el contexto del hogar. Su objetivo es garantizar a los/as niños, niñas, adolescentes y sus referentes adultos/as el goce pleno de sus derechos. Quienes participan de esta modalidad continúan en el padrón en convenio con el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU), recibiendo apoyo económico, de materiales o recursos tangibles (canastas de materiales y alimentos), así como el sostén técnico e institucional. Diogo señala que es una modalidad a la que se recurre cuando se hace efectivo un reintegro familiar con el fin de que este proceso se dé en las mejores condiciones y con todo el apoyo requerido. Es fundamental poder garantizar que luego de haber brindado un cuidado alternativo a los/as niños, niñas y adolescentes sus familias puedan estar preparadas para recibirlos/as nuevamente, que ese reintegro se sostenga y que se haga efectivo el derecho a la convivencia familiar.
Esta modalidad de atención se utiliza también para evitar la pérdida de cuidado familiar. “Hay situaciones en las que no es necesario separar a ese niño de su familia porque se puede brindar otro tipo de solución para mejorar la situación en la que se está dando una vulneración de derechos. La Atención en Contexto se utiliza de manera preventiva, brindando recursos a esa familia para que pueda mantenerse unida, para que los niños puedan seguir viviendo con su familia, que es uno de los derechos de la Convención [sobre los derechos del Niño]: el derecho a la convivencia familiar y comunitaria de los niños”, afirma.
Aldeas Uruguay apoya a aproximadamente 90 niños, niñas y adolescentes, tanto en modalidad Atención en Contexto en convenio con INAU como particularmente, mediante el soporte a sus familias. La población atendida en esta modalidad conforma una cuarta parte del total del padrón.